“Revolución inminente e inmanente”
Por Sergio Lugo. Columna: Red Social.
Publicado en el diario La Jornada Guerrero, el 20 de noviembre del 2010.
“Los zapatistas… aguantaron que el Ejército masacrara sus tropas surianas en la plaza de toros de Puebla, cuando esos hombres y mujeres humildes, con sus hijos, sólo habían ido ahí a dar la bienvenida a Francisco Madero… Aguantaron el asesinato de Gabriel El Viejo Tepepa, quien a sus 70 años era tan aguerrido como cuando combatió a los invasores franceses en Puebla… Lo que no toleraron fue que cuando, el 6 de noviembre de 1911, Madero llegó a la presidencia se negara a cumplir las demandas de los campesinos y, en cambio, el nuevo gobierno volvió a ejecutar una maniobra militar para asesinar a Zapata en Villa de Ayala… El 25 de noviembre de 1911, ocho generales y 26 coroneles del Ejército Libertador promulgan el Plan de Ayala y declaran la guerra al gobierno de Madero…”.
Lo anterior son palabras del investigador taxqueño Francisco Pineda Gómez, que vienen en su libro La Revolución del Sur (1912-1914). Ediciones Era, México, 2005.
Pineda analiza la conexión ancestral de los pueblos indígenas de Guerrero, Puebla, Morelos y Oaxaca con lo que después sería el zapatismo: “El maíz cultivable, la escritura numérica y la astronomía mesoamericana, los símbolos del sol y el jaguar (tecuani) echaron sus primeras raíces en la tierra donde se proclamó el Plan de Ayala”.
Da cuenta de cómo el gobierno de Madero por medio del racismo trató de eliminar a los indígenas zapatistas, atribuyéndoles adjetivos como “bándalos”, “incivilizados”, “salvajes”, y el periódico Nueva Era llamaba al “exterminio de ellos cuanto antes”.
El cronista de Milpa Alta, Distrito Federal, Manuel Garcés, me proporcionó el libro Justicia, tierra y libertad, por Carolina Ortiz y César González. Editado por el Gobierno del DF, en 2008. El cual habla del Pacto de Xochimilco, el 4 de diciembre de 1914, suscrito por Francisco Villa y Emiliano Zapata, donde se alían militarmente.
Reunidos varios revolucionarios, Zapata habla del “Amor a la tierra que le tienen los campesinos” y que fusiló al padre de Orozco porque consideraba a ambos como traidores. Villa expresa: “Vivan ustedes seguros que Villa no traicionará jamás a ese pueblo que han tenido en la esclavitud…para mí no quiero ningún puesto público, sino nomás la felicidad de mi patria…”.
En la revista Nosotros, mayo de 2009, Tláhuac, DF, existe un artículo de Hamed Martínez: Pancho Villa fue un padre amoroso con sus hijos, donde la nieta de Villa, la doctora en Historia por la UNAM, Guadalupe Villa, cuenta que su abuelo en la hacienda de Canutillo, Durango, se preocupó por la educación: “Su mayor orgullo fue el plantel Felipe Ángeles al que acudían 250 niños… se les daba alimento, vestido y calzado… la educación era gratuita y había clases nocturnas para instruir a los adultos que lo desearan”.
Ricardo Flores Magón, quien inició la Revolución Mexicana, escribió: “Tomad posesión, a sangre y fuego, de la tierra, de la mina, del taller, de la fábrica…sin gobernantes… sin clérigos… pero ya no bajo el látigo de los señores hacendados, que para entonces… habéis acabado con todos ellos…” Regeneración, 16/09/1911. Él firmó el lema “Tierra y Libertad”. Sus propuestas laborales fueron aplicadas en la Constitución de 1917. Murió el 21 de noviembre (otros aseguran que fue el 20) de 1922.
Ahora a todos los villistas, zapatistas y flores-magonistas, sólo porque defendemos el uso de las armas en contra de nuestros enemigos, como último recurso, para preservar nuestros derechos, nos siguen llamando “sicópatas” y “asesinos en potencia”.
Tal como sucedió con Lucio Cabañas, cuyo abuelo paterno fue zapatista. Él y Genaro Vázquez se defendieron del PRI y luego sus seguidores se protegieron de Rubén Figueroa padre.
El miembro de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), Arturo Miranda, opina: “Su lucha, de ambos, fue la respuesta armada a la cancelación de la vía pacífica a los reclamos de justicia y atención a los problemas sociales más sentidos por el pueblo de Guerrero; las frecuentes masacres, la persecución y el encarcelamiento de luchadores sociales llegaron al límite de la tolerancia y hubo que dar la lucha para combatir a la oligarquía gobernante no sólo para restituir el estado de derecho conculcado, sino también para instaurar un orden de vida nuevo sin explotados ni explotadores”. Cabañas fue asesinado el 2 de diciembre de 1974.
En mis recorridos por Guerrero, Morelos y el sur del DF he constatado el ideal zapatista, por lo que una nueva Revolución es inminente e inmanente al pueblo mexicano.
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